Ella está en todas partes. Es un susurro en mis alas, haciéndome volar mientras me entrego a
dormir y su cálido viento sigue soplando. Oh Dios… qué lejos se queda el suelo cuando me
pongo a soñar.

Descubrí que mis castillos estaban construidos sobre pilares de sal y pilares de arena, que
estaba avergonzada de mis cicatrices, que había dejado de sentir, y entonces… aprendí a tocar.

A pesar de todo lo que había salido mal, al final vi salir las estrellas. Y supe que sin ella solo
tengo media vida, que la encontraría en todas partes solo por ir a buscarla, que por cada gota
de lluvia que cae crece una flor.

Ella hace que mi amor sea escuchado, que dos olas que vienen juntas me lleven a saborear la
miel en su playa para entregarle mi corazón a una habanera.

Sí, a veces unas pocas palabras son suficientes para hacernos libres y eso es ella, la que nos
enseña que a veces encuentras lo que estabas buscando dónde menos lo esperabas, que sería
un triste fin haber vivido y perderla… que a veces un sueño puede aprender a volar.

Judit Bachiller

Día del Libro 2020