Era primavera, de 2002. No recuerdo, ojalá, pero no, no recuerdo si Abril, Mayo… pero era primavera. Es que yo era muy pequeño. 9 añitos tenía.

Y allí estábamos, una tropa de niños, la mayoría sin saber a qué iban, en lo que para nuestra pequeña mente de niño era un lugar alejado de Madrid, Ciudad Escolar, esperando para algo a lo que nuestros padres, o mi madre, en mi caso, nos habían embarcado, y que no sabíamos muy bien de qué iba, más allá de que era algo de cantar.

Había que esperar, pero como buena tropa de niños, estas entablan rápidamente conversación, y de ahí pasan al juego, como lo que son, niños. Por lo que la espera no se hacía tal. Y al final, entre juego y juego, te llamaban. 

Y te encontrabas ante un señor de cierta edad y pelo cano, José de Felipe se llamaba, que empezaba a pedirte cosas. Canta el cumpleaños feliz. Repite lo que voy a tocar. Repite este ritmo. Cosas algunas que habíamos hecho antes, y otras que no. Pero tú las hacías, y las hacías de forma natural, porque no estabas nervioso. Porque te habían llevado ahí, pero a ti ni te iba ni te venía, así que no tenías ninguna presión ni habías preparado nada en concreto. Simplemente lo hacías, cantabas, repetías. Y al final te daban las gracias, y te ibas.

Y cuando salías, te despedías de tus compañeros de juego, “¡hasta otra!” (o no). 

Sería hasta otra. Y algo a lo que habías ido sin saber a lo que ibas, que habías hecho sin presión ninguna, porque no te jugabas nada, resultaría en que sin saberlo, te jugarías todo. Y si no todo, sí lo que haría que la música pasara a formar parte esencial de tu vida, que conocieras personas que nunca habrías conocido si no, que encontraras proyectos en los que creyeras por lo que son y no por cuanto te paguen, y que vivieras momentos y experiencias únicos y difícilmente alcanzables normal. 

Y eso se convierte en tu vida, y pasa a ser lo normal; y lo que es normal para el mundo, no es normal para ti, y no ensayar los sábados por la mañana pasa a ser algo extraño. Y la música, y cantar, pasa a ser tu vida.

Alberto Mena

Día del Libro 2020